A la cola de Europa en países dogfriendly

Comparrit

Al menos una vez cada dos o tres meses cojo un periódico y ley algún titular en el que España está a la cola de Europa en algo, ya sea en educación, en el estudio del inglés, en salud bucodental y en mil cosas más. Solo hay una cosa en la que siempre destacamos cuando nos comparan con los demás, en la donación de órganos, y yo me cabreo, y mucho, porque en el fondo no creo que sea así. Es fantástico que estemos tan concienciados con la necesidad de donar órganos pero no creo que esta sea la única faceta en la que debamos destacar, estoy segura de que hay más.

El problema es que a veces dudo de que esto sea un deseo mío más que un hecho porque en ocasiones me resulta complicado encontrar esas facetas en las que no seamos la cola de Europa, pero las hay, como por ejemplo la legalización del matrimonio homosexual, ya que, aunque no fuimos el primer país en conseguirlo, sí estuvimos entre los primeros. Ahora bien, la realidad es que a partir de este punto me cuesta encontrar cosas en las que España destaque positivamente, y el tema playas no cuenta.

A veces lo achaco a la dictadura, a, periodo franquista, puesto que al final, mientras que el resto de Europa ya gozaba de democracia, nosotros seguíamos retenidos en una dictadura que acabó hace más bien poco, en 1975. Sin embargo, otras veces no creo que ese haya sido el problema, puesto que desde la transición hasta hoy, se han dado pasos de gigantes en algunos aspectos, por lo que creo que, simplemente, una gran parte de nuestra sociedad pasa bastante del tema, otra sigue anclada en el pasado, y los que quieren evolucionar tienen que hacer tanta fuerza para conseguirlo que al final se cansan.

Sea como sea, el tema que hoy nos ocupa no tiene que ver nada con la derecha, ni con la izquierda, ni con que Franco haya salido (por fin) del Valle de los Caídos. No. El tema que hoy nos ocupa tiene que ver con amigos de cuatro patas y las leyes que los protegen, o los derechos que tienen, y de cómo en España, de nuevo, vamos en la cola de Europa.

Holanda no tiene perros callejeros

Así, mientras que Holanda no tiene perros callejeros gracias a la fuerte concienciación que las familias tienen con respecto a los derechos de estos animales, España es uno de los primeros países en la lista de abandono de perros y gatos. Cerca de 140.000 perros y gatos fueron acogidos en refugios y protectoras durante 2018, y a falta de saber los datos de 2019 ya os adelanto que seguimos en mal camino.

La culpa, por supuesto, es de quien los abandona. Yo siempre he tenido animales en casa y jamás, por complicados que sean estos animales o por trabas que me pongan a la hora de convivir en este país con ellos, los abandonaría. He tenido un perro totalmente dependiente porque nació ciego y, aunque le operamos para que pudiera ver, desarrollo ansiedad por separación. Cada vez que se quedaba solo en casa rompía algo, destrozaba paredes, puertas, o lo que se pusiera en su camino. Un auténtico desastres, sí, pero jamás lo abandoné.

Esto lo digo de antemano porque a partir de este punto voy a empezar a culpar al Gobierno y a los ayuntamientos españoles de muchas de las cosas que ocurren en este país con respecto a los animales de compañía, y va a parecer que estoy diciendo que quien lo abandona, el dueño, no tiene la culpa porque vivimos en un país que no favorece la tenencia de animales. Y nada más lejos de la realidad, el primer culpable siempre es quien lo abandona, pero el segundo, al menos aquí, es el Estado.

Mientras que en otros países los animales pueden subir en transportes públicos o viajar con sus dueños cuando estos se van de vacaciones, en España es ahora cuando se empiezan a ver hoteles y alojamientos dogfriendly y compañías de transporte que ofrecen ciertos servicios para que tu compi de cuatro patas pueda viajar contigo. Animales por avión, de grupo Star-Cargo, lleva años ofreciendo un servicio de transporte de animales por avión que cubre las deficiencias de las aerolíneas, quienes son culpables de la muerte de muchos animales que han viajado con ellas en  bodega. Solo ahora, y con la ayuda de empresas como la mencionada, es viable viajar en avión desde España hasta cualquier parte del mundo, cuando en otros países esto ya está más que superado. Así, quienes somos conscientes de que ellos son un miembro más en la familia, preferíamos quedarnos en casa antes que ponerles en peligro por unas vacaciones, pero otras personas se arriesgaban, o los dejaban abandonados en la calle para poder disfrutar de unas vacaciones en cualquier otra parte del país, o del extranjero.

Con esto, recalco de nuevo, no estoy haciendo culpable en este caso solo a las aerolíneas, el primer culpable es quien abandona, pero también es verdad que no nos ayudaban en nada y se lo ponían fácil a quienes tenían dudas sobre cómo actuar porque se excusaban en que no habían tenido otra opción.

Alemania es, probablemente, el paraíso para los perros, ¿Y por qué? preguntaréis algunos, pues porque si el propietario no quiere, no  tiene por qué quedarse solo nunca. En Alemania, los perros pueden entrar en restaurantes, cafeterías, centros comerciales, tiendas que no sean de alimentación, a la playa, etc. El único matiz que has de tener presente es que esto es así siempre que tu perro esté educado y se porte bien. En otras palabras, aquí hacen culpable al dueño y por tanto es a él a quien se le piden cuentas, y no al animal. Algo bastante lógico que en ocasiones no pasa en nuestro país.

Y es que en el país germano, todo aquel que tiene perro está concienciado de que tiene que adiestrarlo. Es decir, no permite que ladre sin parar o se meta en peleas, y mucho menos que vaya orinando o defecando donde le viene en gana. Pero este respeto que tiene la sociedad alemana se ha ido ganando con el paso de los años, a base de concienciación.

También hay que matizar que en Alemania, un curso básico de adiestramiento tiene un precio bastante asequible para el bolsillo, mientras que en España este tipo de cursos cuestan un dineral. De hecho, los propios ayuntamientos en el país vecino ofrecen estos cursos un par de veces al año, para que sus ciudadanos lleven a sus perros y la ciudad sea un espacio limpio y cívico en todos los sentidos. Eso sí, hay un impuesto que se ha de pagar por tener perro, y ese impuesto tiene un precio que varía en función de la raza y el tamaño. Por ejemplo, un pastor alemán para unos 30 euros anuales por ese impuesto, que no es tanto, y con ese dinero se lleva un registro de animales, se paga la limpieza, se promocionan esos cursos de adiestramiento, etc. Es cuestión de cultura, dicen algunos, y yo creo que tienen razón. En España el dueño, de forma generalizada, no es respetuoso, los ayuntamientos no conciencian y no promueven el adiestramiento, y para colmo, nuestra mentalidad parece anclada al pasado por lo que es normal que, en este tema, también estemos a la cola de Europa, ¿o no?

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