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La venta directa y sus ventajas

Comparrit

Soy una de esas personas que no suelen encender la televisión, porque siempre me encuentro el contenido que quiero cuando quiero, por no hablar de los interminables anuncios. Aun así me decidí a encender la tele, y cómo no me esperaba un periodo de anuncios, y hubo un anuncio de una gran cadena de supermercados que me llamó la atención.

En el anuncio la empresa de supermercados se jactaba de comprar productos frescos a proveedores locales, lo cual es realmente positivo, pues contribuir a la economía de una zona cercana a dónde está un supermercado no solo favorece a los agricultores sino a los propios clientes que compran productos de la tierra.

Lo que mucha gente no sabe es que estos agricultores que venden al intermediario muchas veces lo hacen con condiciones que no son las más idóneas para llevar una relación a largo plazo. El motivo de esto es porque los pedidos se pagan hasta tres meses después de la venta al intermediario.

Esto es algo que puede dificultar la liquidez de los agricultores, porque pensemos que lo normal es cobrar cuando se vende un producto, pero en este caso no es así. Para solucionar este problema los agricultores se ven forzados a acudir a contratos financieros de descuento con los bancos para obtener el pago de las facturas, menos la comisión del banco claro.

Por este motivo muchos agricultores se han replanteado la manera en la que venden sus productos, hasta el punto de dejar de trabajar con los intermediarios. Es entonces cuando introducimos el concepto de venta directa, una técnica de venta muy habitual en algunos negocios y que se está poniendo realmente de moda.

En el artículo de hoy vamos a hablar sobre la venta directa, ya que es un concepto desconocido por muchos que puede interesar a muchas empresas. Ya que esto hará que se reduzcan algunos costes financieros, además de darle una vuelta al modelo de negocio, dado que no contar con intermediarios hace que muchas cosas cambien.

Qué es la venta directa y porqué se usa cada vez más

Según la OCU, la venta directa es aquella venta que un productor hace directamente al consumidor, ya sea en su propia explotación, en tiendas o mercados específicos o bien mediante sistemas de envío a distancia. También se considera como tal cuando la venta la hace un intermediario, siempre que sea sólo uno y sea de cercanía. Hay bastante confusión entre venta directa, venta local o de canal corto.

Venta directa y venta local coinciden muchas veces, pero no tiene por qué ser sinónimos: la percepción de entorno local tiene siempre algo de subjetivo. Algunos fijan un límite en distancia (alrededor de 50km.), otros hablan también de proximidad cultural y contemplan la posibilidad de territorios más amplios que compartan unos rasgos e identidad común, como la comarca, la región histórica o la Comunidad Autónoma.

Pero también hay casos de venta directa que no es local: es el caso de productores que comercializan directamente su cosecha, pero la mandan a larga distancia, como es el caso de la venta de cajas de naranjas online o de plataformas de venta directa de productos (ecológicos o no) que tienen cobertura por buena parte de nuestro territorio.

Una empresa que vende naranjas recién recogidas es Naranjas al día, que trabaja muy duro todos los días en los campos de l’hort de La LLucera en Valencia para poder hacer llegar a sus clientes su fruta en 24 horas, conservando de esta manera toda su calidad y propiedades y garantizando su máxima frescura.

No necesariamente, y no siempre. Eliminar los intermediarios no supone que desaparezcan todos los gastos de comercialización y sí que implican un extra de tiempo y esfuerzo. La organización e instalación de mercados tiene unos costes, así como el transporte de las mercancías, que ha de asumir el productor y repercutir, por tanto, en la mercancía.

Cuando vamos a comprar a una granja sí que el productor puede vender a un precio más económico, pero hemos de contar entonces con nuestro gasto de desplazamiento. Y en otras fórmulas de compra directa, como la compra online o los grupos de consumo, las necesidades logísticas también encarecen el precio final.  Además, hay que añadir que los productores que vendan directamente han de resolver trámites burocráticos y obtener permisos, que en el caso de los productos transformados o de origen animal no siempre son fáciles de conseguir.

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